miércoles

La vida no vale nada... diría el buen José Alfredo

Sentirse viejo a los 21 años, sin logros que presumir, con un futuro nada prometedor, con una salud desgastada, sin ser buen rostro, con un carácter pesimista… siento que moriré a los 25 o quizá no llegué a los 22, la verdad es que he tenido ideas de suicidio muy pendejas, soy tan huevon que incluso la idea de un suicidio me da hueva, dejar las paredes embarradas de sangre, o tener que hacerle un nudo a una cuerda para ahorcarme, me parece desgastante.

Para ser francos, me da un poco de curiosidad saber que hay después de la muerte, si al morir hay un cielo y un infierno y el todopoderoso va a juzgar mi comportamiento en vida, como millones de borregos pregonan, voy a poner mi cabeza en el culo de la vergüenza por haber insultado a la gente que creía en ese bonito cuento de hadas.

Si reencarno en una lombriz o en águila calva, o en un puto oso polar ni me voy a acordar que fui humano.

Que mamadas no? Simplemente se deja de existir, tu cuerpo se convierte en comida de gusanos y otros microorganismos, no hay que fantasear tanto, no me imagino un recibimiento con arpas de cuerdas de oro, angeles cantando opera chillout y san pedro con un gigante libro en la mano revisando cuantas veces me masturbé.

Volviendo a lo de mi suicidio, en ocasiones en verdad pienso en darle en su madre a mi existencia, siento que me estoy deprimiendo, ahora voy a jalar siempre un cuaderno para que al momento que piense en suicidarme, pueda dejar una nota de despedida y cumplir con el cliché del suicida.

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